Fundamentos de una Medicina Ecosistémica - Introducción


Como especie, hace ya muchos años avanzamos constante y aparentemente de manera irrevocable al borde del abismo, vendados con la ilusión de inmortalidad, sin ganas de detenernos a pesar de las múltiples señales y avisos. Dudamos de las noticias a favor, en contra, y mientras acordamos que es lo verdadero y falso, día a día especies y territorios con rica biodiversidad son devorados por el monstruo insaciable del consumo civilizacional, que asevera con vehemencia que los recursos son eternos, inagotables.

¿Cuánta arena le queda al reloj? Cuando nos contactamos con el silencio y comenzamos a escuchar, percibimos el roce áspero que cae, casi sin resistencia, para que en un momento, sin previo aviso, ese miedo, hasta ahora autoprofético, se materialice y sea ya innegable. Imposible desviar la mirada. ¿Quién sabe con certeza cuando será?

Existen luces de conciencia en la civilización que, como luciérnagas, se prenden fugazmente al amparo de la noche, para ser vistas solo por algunos, sin embargo olvidadas, consumidas por otros, en el morbo que se alimenta de la tragedia. Nos sentimos ajenos a lo que ocurre lejos, casi como si fuese un planeta distante, esas tierras de otros que no tienen tanta suerte como yo, aquí, segur@, sin riesgo alguno en esta tierra, en certeza tranquila.

Otras veces, la aparente destrucción de la naturaleza en la tierra y de sus hábitats, la explotación y consumo, la aniquilación sistemática de la biodiversidad y las muchas otras tragedias con las que podemos toparnos en redes sociales, nos nos producen una intensa ecoansiedad. Esta sensación de que estamos en un carro en el que va conduciendo la civilización, y sentimos que este colisionará, pero no tenemos poder ni control en detener ni desviar el auto para evitar nuestra propia destrucción, lo único que sabemos es que va a ocurrir. Nos sentimos impotentes, frustrad@s, desesperad@s, decepcionad@s de pertenecer a una especie que en ocasiones puede ser tan destructiva como el ser humano. Es mejor seguir entreteniéndonos para que no nos embargue esta noción.

A veces escuchamos las advertencias y tenemos el corazón abierto a las imágenes, mensajes y señales de la tierra, que cambia constantemente. Aún así, no sabemos como comenzar, qué hacer, y cómo llevar a la práctica algo que realmente tenga un impacto significativo o duradero en la regeneración, mantención de los hábitats y la verdadera sustentabilidad, esa que no se expresa como una estrategia de marketing para favorecer el consumo. No es que no queramos hacer algo, sino más bien, nunca nos han enseñado, no sabemos como, no sabemos nuestro lugar en la red compleja que constituyen los ecosistemas y nuestro lugar en él.

Bajo estas nociones, la necesidad de abrir un espacio a una mirada más abarcadora, integradora y consciente de nuestro papel en la red compleja que sostiene la vida, se hace cada vez más imperiosa. Una mirada que re-enfoque nuestro lugar en el cosmos. ¿cómo podemos lograr esa consciencia de forma amorosa, para que no surja desde la ansiedad o miedo a la destrucción, sino desde la confianza de la red que nos sostiene y nos permite la vida? ¿que fundamentos nos permiten sustentar esta mirada? y, ¿cómo esta mirada puede influir en la forma de hacer medicina, reconfigurando su alcance, para que llegue a ser tan abarcador como para considerar el ecosistema en el que vivimos?

El concepto de Salud Planetaria, acuñado en la década de los 80-90, parte de la base de que la salud humana no esta separada de la salud de los sistemas naturales en la biósfera 1. En base a esto, las ilusorias distancias que existían en la salud humana, social y planetaria comienzan a difuminarse para formar parte de un entramado que cada vez se puede contemplar con mayor claridad. Este entramado o sistema biológico, interconectado en sus diferentes "nodos", son los que que comenzaremos a profundizar en las siguiente publicaciones, con el propósito de explorar junt@s el misterio que nos sostiene y que nos permite seguir viviendo.